Madrid siempre será Madrid, no tendrá nunca la aureola la esencia de una gran ciudad, sus angostas calles, sus tranquilos rincones, le dan ese aire de pueblo, esa descripción creada por Goya y recreada por Arturo Perez Reverte en su libro "Un día de cólera", era dar un salto y aparecían los huertos, los hermosos patios de Lavapies llenos de vida, de chiquillos con los mocos colgando y las voces llamando a la mesa o el profundo silencio en las horas de siesta, ese Madrid sereno y gentil, chulapo y retrechero, es ese el Madrid de mis sueños, el que me abre sus puertas, solo su gente ha cambiado, es un Madrid cosmopolita, múltiples razas y colores llenan sus calles, ellos le dan esa aureola surrealista que empieza a ser tan natural y cercana, quien podía imaginar esto hace cincuenta años, sigue siendo un Madrid decadente y hermoso.
En el extrarradio los nuevos ricos las clases pudientes se rebozan en un maremágnum de carreteras y secarrales sin vida, solo holganza y dinero a raudales.
¡¡¡¡No cambio mi Madrid!!!
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