lunes, 22 de octubre de 2012

Vidas paralelas - El cerro de la horca




CAPITULO: El cerro de la horca...

….me restriego los ojos llenos de legaña, casi no puedo abrirlos, tengo frío, percibo una fuerte claridad y una sombra que se perfila en la ventana, es tan delgada que parece transparente, es mi madre…
_¡Venga dormilón que tenemus que ilnos! …pienso _¿Irnos…donde?
Me acurruco en la cama…un fuerte tirón y me veo despojado de las mantas.
_¡He dicho qu´arriba, venga cariño, que la abuela y mama tienin que trabajar!
Todo el conjunto de la planta tiene dos ventanas, no hay cristales, dos ventanucos de madera la aíslan del exterior, la habitación esta separada por una cortina, al otro lado duerme mi tío, las cenizas del rescoldo de la chimenea parecen aun estar calientes, justo el tiempo de calentar un poco de leche, me levanto, me pongo unas calzonas cortas, con un grueso jersey de lana que le han dado a mi abuela, me meto el jersey en el pantalón y me pongo tirantes para sujetarlos, así tendré menos frío, oigo voces, corro hacia la ventana, la algarabía de gitanos que viven en la parte inferior, en las cuadras, llama mi atención, compartimos la casa con ellos, yo paso mucho frío en la cama, con un colchón hecho de las hojas de millo, pero ellos, duermen en el suelo, un fuego en la parte interior de las cuadras es su compañía.

La casa ha sido encalada, detrás el adobe desguarnecido, tal y como era...

Mi abuela esta preparando el burdégano, un asno que más bien parece un perro grande por su poco tamaño, habla con los gitanos, somos como familia, mi madre ha sido madrina de bautizo de uno de ellos, una chica, Emilia....
Allí esta mi amigo José, “el cojito”, es poco mayor que yo y canta muy bien; copla y flamenco.
Grito desde la ventana…¡José, Jose!, levanta la cabeza y deja su pierna eschambarilá (mala) en el aire, se mueve como un lisiado y lleva un palo para apoyarse.
_¡Hola Rafae, baja y cantame un poquino que dormio mal y me dueli la pielna!
_¡No, no puedo tengo que irme!
Unas pocas escaleras que bajo saltando y estoy en la calle, mi abuela me sonríe y el pollino mueve las orejas…¡nos vamos al campo...a trabajar!
_¡Venga ladrón espabila!
Miro a izquierda y derecha de la calle, los cochinos están saliendo de las porquerizas, el porquero ha hecho sonar la cuerna y se los lleva en montonera, pasaran el día fuera de casa, hasta el atardecer.

Vivimos en la parte trasera de las casas de los labradores, son las eritas altas, donde viven los pobres, los humildes, los desamparados, los que a veces quieren tocar el cielo con las manos pidiendo un mendrugo de pan, pero los hay más pobres aun…las eritas bajas. Es un arrabal fuera de las murallas y dentro de ellas viven los señores, yo casi no conozco ninguno, solo entro cuando llega San Juan y hay toros, voy con mi tío, que me lleva a verlos. Algunos señores... dicen que se están haciendo casas fuera de las portonas (puertas grandes que cerraban la ciudad amurallada).
_¡Venga vamus que tas quedao alelao!...grita mi abuela.
Emprendemos el camino calle abajo (para los que bajan), nos espera un largo camino hasta llegar donde mi madre y abuela trabajan…”las esponjas”, una finca donde se cultivan pepinos muy grandes, que metemos en estanques de agua, se dejan allí hasta que se pudren y salen esponjas, esponjas que las utilizan en las ciudades para lavar y restregarse, eso, me ha dicho mi madre.

Y allí estaba mi madre, llenándome la cabeza de pájaros, tiene tanto miedo que me ocurra algo, que siempre me cuestiona y cuenta historias, de cosas de miedo, para que nunca vaya solo a los sitios, el hombre del saco que te saca las tripas, una vieja que te hace brujería o dándome sustos de muerte, como el día que figuro que se tiraba a un pozo por no hacerle caso, le quedo de escarmiento, pues intente tirarme detrás, nunca jamás volvió a repetirlo.


Llegamos hasta el pequeño puente de adobe del arroyo de Pertiguero a la derecha, a la izquierda la enorme puerta de una de las fincas que había por aquel entonces y al fondo desde mi pequeña estatura, justo atisbaba ver la aguja de la catedral, con la cual me quedaba siempre ensimismado.


El puente conducía a unas viejas casas sobre las que mi abuela contaba historias de la guerra y de los maquis, las casas estaban hiladas entre si y estaban construidas con adobe macizo lo que por entonces era casi un lujo, habían sido construidas por algún terrateniente, para albergar a sus trabajadores, esto no lo se cierto, pero era de uso en la época, al igual que la casa donde nosotros vivíamos en las Esponjas. …

Llegaban los nacionales a buscarlos y al tener corrales traseros se saltaban de uno a otro y era difícil pillarlos en sus casas, estas y muchas historias me hacían convertirme en un héroe, así que pensaba en saltar la tapia y hacer lo mismo
_¡Me estas oyendo Rafael, no cruces ese puente o los maquis te llevaran con ellos!
_¡Que si mama, que si!



Que poco imaginaba mi madre que era precisamente con lo que yo soñaba, con batallas y luchas contra los ricos y los poderosos, ese era el concepto, que otra cosa podía imaginar, excepto lo que contaban los viejos en el pueblo.

Dejé de soñar y de nuevo escuché mi nombre…._¡Rafael, Rafael!, la voz era suave y frágil aun mas que la mía, era una niña, mi compañera de viaje, lastima que no recuerdo su nombre, han pasado tantos años que mi madre y abuela ya no están para contarlo, a una se la llevo la vida y a la otra, la muerte le bebió la vida entre mis brazos…la niña era hija de Pedro y Tea, compañeros de fatiga de mi madre y abuela, vivían con nosotros en la finca....

Era verano, estaba en el puesto de control de mi trabajo, las piscinas, un grupo se acerco a mi mesa.
_¡Hola Rafael, ufff que calor hace! 
_¡Como siempre Ivan, como siempre! Una de las señoras que le acompañaban se quedo apoyada en el quicio del pórtico de entrada, mirándome fijamente, la observé, sonreí, era pelirroja, pequeñita pero fuerte...
_¡Buenas tardes Rafael...no me conoces? 
_¡Pues no, no tengo el placer! Muy segura de si misma, hizo mover las llaves que tenia en una de sus manos con un suave tintineo y afirmó....
_¡Soy hija de Pedro y Tea...te acuerdas? 
Miles de recuerdos vinieron a mi mente... ¡no puede ser, es imposible, ni por lo mas remoto lo hubiese imaginado!...tantas cosas, tantos recuerdos vividos...nos abrazamos, mas de cincuenta años sin vernos, ella se acordaba de todos los detalles, de esos amores de la niñez que se guardan en la cabeza y hacen daño en el corazón, nos abrazamos como dos niños y rompimos a llorar, mi cabeza repetía incesantemente...¿Como se llama, como se llama?...aun sigo sin saberlo, solo recuerdo.... según cuentan, el día que la violó su padre.

...Crucé las manos sobre mi trasero y enfurruñado me fui directamente hasta el puente del pequeño arroyo, mi madre salto como un resorte, me dio un azote diciéndome.
_¡Me quieres matar desgraciado, no te dicho que no pases por el puente…!, en ese momento mi madre había perdido el control y me amenazó, con los peores males sobre la tierra, por haberla desobedecido. _¡Mira!.. me dijo…
_Ves aquella encina que hay en lo alto del monte, allí se ahorcó un hombre.
-¿Por qué?...pregunte…
_¡Por ser malo igual que tu!
Aquella frase cambio para siempre la imagen de aquel lugar, no pedí explicaciones, pero mi mirada estaba clavada en aquella encina, seguimos caminando y de vez en cuando giraba mi cabeza y ella estaba allí, desde cualquier punto del camino, podía verla y el formaba parte de su entorno, el también estaba allí, lo veía colgando de una de sus ramas, fue, como una maldición.
He tenido la necesidad de volver, muchas, muchas veces, en cincuenta y muchos años he podido hacerlo, pero siempre...era mañana. Ya no me acordaba ni como era el puente, pero seguía allí rodeado de mimbres y juncales que crecían a las orillas del riachuelo, las modernas técnicas de gruesos tubos de hormigón a los que no hacia falta darles gracia alguna, no habían podido con su grácil estructura, estaba asombrado, perfilé el estrecho camino, hasta llegar a las casas adoquinadas, en ruina, nunca estuve tan cerca de ellas...casi, se me deshacen los sueños, pero el tiempo no sabe de sueños, solo pasa...tuve que levantar algunas cercas para perfilar perfectamente el cerro y tener acceso a una entrada que me permitiese la subida, mientras... volví la mirada para ver lo andado, lo que había dejado atrás, los huertos y vi la tierra vestirse presumida de un bello manto de verde nazareno, adornada por los tonos ocre y amaranto, haciendo fluir la savia de la vida, en el fondo, tocando la base del cielo se yergue la hermosa catedral... 



Me apuro en hacer breve mi camino, llego por fin a la base del cerro donde puedo iniciar la subida, es increíble como el perro y un bastón elaborado con la rama de un castaño, hacen mas suave mi camino, el perro tira fuertemente de mis cansadas piernas, tenia que haberlo hecho antes, siendo mas joven y audaz, pero la magia de hoy es impagable, no tiene precio, estoy viviendo el momento, soy,  como un niño, un anciano enamorado de sus recuerdos. 







Por fin llegué a lo alto del cerro, una nueva alambrada de espino impedía mi camino, esta allí para proteger aquel enorme pedregal, una tierra donde seguramente solo los carrascos, la retama y el jaral pudiesen coexistir, levante la mirada y sentí un escalofrió, estaba tan cerca, era fantasmagórica, seca y sola como si una maldición le hubiese quitado la vida, ella no eligió la muerte de aquel hombre, solo fue su apoyo, su bastión, el ultimo recurso y seguramente mas que por ser maldecida, murió de pena, nada pudo hacer por aquel desgraciado, al que precisamente llevo hasta allí, la tristeza de un amor imposible.



Comenzaba hacerse tarde y aun me quedaba un largo camino, pero había llegado hasta allí, para hacer algo que siempre deseé hacer, sentarme debajo de la vieja encina, tan vieja que no se si rayo alguno la seco o simplemente se quedo maldita el día que aquel hombre se quito la vida, han pasado tantos años que ya, nada importa....pero el pedregal deja al desnudo la tierra descarnada, seguramente, miró al cielo, halló en buena manera refugio en la silueta de aquel lejano y majestuoso templo, pero el buscaba un templo de vida y solo halló su perdición, eligió una rama, tercio la cuerda sobre ella y con los ojos llenos de lagrimas pidió perdón, se hizo la oscuridad sobre la tierra, al menos para él.

Dedicado a mi querida Fedra....


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